12 octubre, 2005

Un acto contra la desmemoria


'Historia de la masonería cubana. Seis ensayos': El historiador Eduardo Torres-Cuevas sondea en su nuevo libro una zona vacía de la historiografía oficial.

por JAIRO RíOS, La Habana

Ha pasado ya un año desde que saliera a la venta el libro Historia de la masonería cubana. Seis ensayos. Descontando los silencios promocionales y de la crítica, sin los chovinismos y acercamientos simplistas que imponen las fatuidades de los días de feria en La Cabaña, deberá recordarse que el doctor Eduardo Torres-Cuevas ha puesto ante nuestros ojos una joya: la de una discreción nacional de más de dos siglos.

Este volumen, publicado en La Habana por la Editorial Imagen Contemporánea en el año 2004, contribuye realmente a llenar un vacío tenaz —perdón por la frase hecha—, que se cierne sobre esa zona de la historia cubana. Con estos ensayos, Torres-Cuevas sondea un tramo difícil de uno de los pocos espacios institucionales que han salido, si no ileso, al menos con más dignidad y soltura en la endemoniada barrida del régimen contra el pensamiento libre y la libertad de reunión.

En un breve balance del libro, puede adentrarse el lector en la interesante historia de los grupos masónicos en el siglo XIX, así como en el período de relación con la gesta independentista que asumió el pueblo cubano respecto al colonialismo español. También es meritoria su labor de hundir las manos en esa madeja que se ha tejido en torno a un tema tan escabroso: el secreto perpetuo, casi monolítico, el intimismo y las fidelidades con que la masonería se ha cubierto, así como las filigranas de algunas de sus interioridades, camino a una ¿posible? historia pública.

Hace un tiempo este autor fue coprotagonista de una polémica en torno a la idea de si José Martí fue o no masón. Su contrincante fue el ensayista Luis Toledo Sande, autor de una biografía del héroe cubano. En aquella ocasión, y en un predio tan inmejorable para el razonamiento baldío como el oficialista diario Granma, Torres-Cuevas se atrevió a insinuar en un principio y a enfatizar más adelante (en las fauces del blanqueamiento de la imagen martiana llevado a cabo por los medios oficiales) que el Apóstol dio sus pasos en la masonería en la misma península que lo hacía reo y paria a la vez, España.

El centro de la polémica no era la ubicación geográfica en sí de tal acontecimiento, sino el hecho mismo de su iniciación, puesta en dudas en cuanto foro marxista o ateo se haya celebrado en la Isla o allende los mares. La posibilidad de confirmar la iniciación masónica martiana se le da a Torres-Cuevas, al examinar la revista La Gran Logia, dirigida por Aurelio Miranda y Álvarez, a quien le ofreció la información un ex compañero de Martí. Es por ello que publica un artículo en dicha revista en septiembre de 1899, donde dice: "El Dr. Francisco Solano Ramos nos había ofrecido un artículo sobre la iniciación, en Madrid, en una logia del Gran Oriente Lusitano Unido, del hermano José Martí; pues él la presenció y fue quien propuso al ilustre cubano para ingresar en la institución".

Con este hallazgo, aun cuando no existan documentos más reveladores, se anuncia un dato importante sobre la figura del prócer de la independencia cubana. Pero Torres-Cuevas no paró ahí, ni pretendió aplastar con su erudición a nadie. Su investigación alcanzó a revelarnos los vínculos de Fermín Valdés Domínguez con aquel acto iniciático. Las cartas del compañero de luchas de Martí han servido también como uno de los testimonios más fieles en el asunto. De manera que visto así, en demostración de tanta seriedad investigativa, no asaltan ya las dudas del paso masónico de Martí.



Los más recientes defensores de un Martí galáctico, de factoría pedagógica castrista, suelen alegar la ausencia de documentos probatorios de tan sonada aseveración. Es cierto, el autor de estos ensayos lo acepta, pero sí tiene como prendas los testimonios de las sesiones de oratoria martiana ocurridas en esos centros de conspiración y luz. La verdad sigue aproximándose más a la hipótesis de Torres-Cuevas que a las negaciones de quienes han tomado a Martí como adalid de una dictadura totalitaria.

Una parte del camino

Hay en este libro otros aspectos de suma importancia, como son intentar una geografía lo más acertada posible de la masonería cubana en la primera mitad del siglo XX, y el ingenioso emerger de esta institución civilista en medio de la represión que hemos conocido durante los últimos cuarenta años.

¿Qué han hecho o no los masones durante la etapa que se menciona para que no hayan sido significativamente molestados por las hordas marxistas del ateísmo? ¿Esta antigua manifestación de sociedad civil no asusta ya al conservadurismo gobernante? ¿Dónde quedó la tradición conspirativa de tantos años?

Estos cuestionamientos no son aclarados en el libro. Quizás no se lo propuso el autor o no estaban a su alcance. Lo cierto es que ha dado pistas, ha allanado una parte del camino. No olvidemos que ha sido una editorial vinculada al sistema estatal del libro y la cultura la facilitadora de su publicación.

Torres-Cuevas ha prometido otro volumen más completo sobre el tema. Para entonces quizás su denodado esfuerzo por historiar la masonería cubana no quede en los seis ensayos del actual subtítulo. Esperemos que la oscura y omnipresente mano de la pacatería y la censura no se pose sobre su audacia investigativa. La masonería no sólo nos legó una sólida postura ética, pluralista y dialogante en muchos campos de la vida nacional. En sus salones maduró la idea de una patria libre. En ellos creció buena parte de nuestra historia.

En la última Feria Internacional del Libro, esta excelente propuesta de uno de los historiadores más renombrados del momento (y otras de la magnífica editorial en que se ha convertido Imagen Contemporánea), fue engullida sin piedad por las tantas actividades relacionadas con la politiquería del régimen. Aun así, fue uno de los títulos más esperados y buscados en La Cabaña y luego en las otras ciudades del interior del país. Aunque los reseñistas de la revistería nacional no lo hayan advertido aún. La filosofía de la desmemoria anda siempre con pies ligeros.

2 comments:

Blogger Roberto Iza Valdés said...

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01 noviembre, 2005 17:34  
Blogger Roberto Iza Valdés said...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

19 diciembre, 2005 16:15  

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