19 mayo, 2006

FANATISMO NACIONALISTA

El fanatismo es lo contrario del ideal del imperio de la razón, es decir del discurso racional, universal, y sin presupuesto sobre lo verdadero y falso, lo bueno y lo malo.

A menudo nos encontramos con fundamentalistas, que niegan todo discurso, fanáticos con los que no se puede dialogar. Son personas que con lo que ellos consideran sagrado, no se puede negociar.
El término “fanatismo” se utilizó de forma despreciativa, desde el siglo XVII, para aplicarlos a actitudes fundamentalistas, que escapaban del discurso universal. Los católicos lo emplearon contra los protestantes, los protestantes ortodoxos contra los utopistas, los de “la ilustración” contra toda forma de fe revelada. El Islam pasaba a ser la forma de fe revelada más resistente a la transformación en religión “natural”, es definitiva, el prototipo de fanatismo.
Cuando una cultura o una civilización rompe de manera rotunda con sus orígenes provoca un fundamentalismo radical, y es una constante histórica en toda Europa. Las personas de convicciones radicales miran al pasado, y lo vinculan de forma doctrinal a un pasado mítico. El movimiento migratorio de personas de una región a otra, de un país a otro, de culturas distintas, es un agente de cambio imponderable. Si a ello le sumamos todos los agentes de cambios subyacentes en toda sociedad, las mezclas de culturas es cada vez mayor. Además, los agentes de cambio actuales, actúan cada vez con mayor velocidad y de forma global. Es difícil recuperar un pasado obsoleto, detener el tiempo, e integrar a los emigrantes en un modelo de sociedad inexistente. Integrar no es imponer una lengua y una forma de hacer, de pensar y de sentir. Integrar es gestionar la diversidad.
Los fenómenos migratorios dentro España, ha sido una constante histórica. A finales del siglo XIX, Madrid era, como ahora, una ciudad donde la mayor parte de sus habitantes habían nacido fuera de Madrid. Sin mencionar la emigración durante la primera mitad del siglo XX, hacia el continente americano de vascos, cántabros, asturianos, gallegos y catalanes. Pero es la inmigración masiva de los años sesenta, como consecuencia de la nueva distribución poblacional hacia las grandes urbes como Madrid y hacia zonas de Levante y Cataluña y País Vasco, de los habitantes de las zonas más deprimidas de España de entonces, como Galicia, Extremadura o Andalucía, la que ha conformado una nueva estructura social no homogénea, y que está en proceso de homogenización. En química, homogeneizar significa transformar en homogéneo, por medios físicos o químicos, un compuesto o mezcla de elementos diversos. La homogeneización cultural es un hecho, pero no sólo por los fenómenos derivados de la inmigración interna, sino además, y yo diría que en mayor medida, por los efectos globalizadores actuales.
La emigración actual en España tiene varios orígenes, uno son los emigrantes latinoamericanos, cuyo conocimiento de la lengua es alto, su nivel de formación es bajo, y su nivel de integración en la cultura española es aceptable, otro los emigrantes de países del este cuyo conocimiento de la lengua es bajo, su nivel de formación y de integración es aceptable, y otros los magrebíes y subsaharianos donde el nivel de la lengua, de formación y de integración es muy bajo.
Se estima que en el año 2050 Europa habrá disminuido su población un 12%, o sea 44 millones de personas. Y se supone que si Europa quiere mantener el mismo nivel de bienestar social y económico deberá incorporar en los próximos 50 años 44 millones de inmigrantes.
En 1997 el 50 % de los emigrantes procedían de Europa del Este, y el 17 % de los países del Magreb. El país con mas extranjeros es Alemania con 82 millones de habitantes y 7,3 millones de inmigrantes (9% de la población) . En Francia con 56,6 mill. de hab., y Reino Unido con 58 mill. de hab. tienen el 3,5 % de la población inmigrante. Todo ello sin contar los extranjeros e hijos de extranjeros que se han nacionalizado. En España en 1998 (39,3 mill.de hab.) teníamos el 2,5 % de inmigrantes. Hasta el 2004 las cifras han crecido exponencialmente.
Si a los efectos de la migración interna de los años sesenta, le añadimos los efectos de la migración exterior actual, que no han hecho mas que empezar, nos obligará a elaborar un proyecto de Sociedad que no tiene nada que ver con el pasado.
Hay que reconocer que uno de los principales enemigos del fanático nacionalista es el miembro normal de la sociedad, completamente inmunizado, que se orienta ante la realidad por pautas convencionales de racionabilidad y que se mueve en un mundo cambiante con aparente facilidad y comodidad, que varían según sus intereses prácticos. Pero el mayor enemigo del fanático nacionalista es él mismo. La vinculación fanática a determinadas causas radicales va acompañadas de problemas emocionales hondamente arraigados. La particular estructura psicológica de motivaciones y actitudes que conduce hacia el radicalismo fanático es identificada como el tipo de personalidad autoritaria. La doctrina del nacionalista radical está fundamentada en la raza, la herencia cultural o una combinación de ambas. Y ligadas a ella encontramos actitudes de superpatriotismo y la creencia en la superioridad del propio grupo étnico o cultural.
El nacionalsocialismo fue una enseñanza respecto al destino que espera todo fundamentalismo que alcanza el poder político. Paradójicamente, fueron precisamente los nacionalsocialistas los que eliminaron la antigua escritura germánica y la sustituyeron por la latina, usual en el resto de Europa, de forma que hoy los niños ya no saben leer las cartas de juventud de sus abuelos.

Festina Lente

Año 2005