14 octubre, 2006

La masonería sale a la luz

El periodista Pepe Rodríguez relata la historia más reciente de una institución que ha sido perseguida con saña durante sus casi tres siglos de existencia y que ahora resurge de nuevo con fuerza
Tomás García Yebra león

«La ignorancia que los ciudadanos tienen sobre los masones ha conducido a que se les asocie con personas raras y siniestras», asegura el periodista Pepe Rodríguez (Tortosa, 1953), autor de Masonería al descubierto. Del mito a la realidad (Temas de Hoy), un ensayo que aborda la historia más reciente de esta institución.

El autor catalán revela nombres de personajes que forman parte de alguna de las 21 obediencias en que se subdivide la masonería.

La ex consejera de Cultura de la Generalitat, Caterina Mieras, el ex consejero de Agricultura de este gobierno autonómico Jordi Williams, el que fuera secretario de Estado de Universidades, Salvador Ordóñez, el ex banquero Mario Conde o el ex ministro socialista de Educación, Jerónimo Saavedra, son algunas de las personas que se citan en el libro. «Aparecen aquellos que han jugado un papel preponderante en el desarrollo de la masonería en los últimos años», precisa el periodista. «Obviamente conozco nombres y apellidos de masones que son actores, deportistas, arquitectos, grandes empresarios, pero ellos no quieren que se sepa y yo no soy quién para romper el secreto».

Rodríguez estima en unos 2.500 el número de masones que existen en nuestro país. La Gran Logia Española, de tendencia tradicionalista y con influencia anglosajona, agrupa a unos 850 miembros; la Gran Logia Simbólica, más liberal y de influencia francesa, tiene unos 400 adeptos. El resto -algunas no llegan al centenar- tienen «poco peso».

Los masones se definen comos personas que «aceptan la precariedad de la materia» (simbolizado en la escuadra) y que desean «perfeccionar el espíritu» (símbolo del compás). «La democracia le debe mucho a la masonería», sostiene Pepe Rodríguez, quien confiesa que no es masón ni tiene intención de serlo.

La primera logia en nuestro país la fundó el duque de Warthon, un coronel inglés, en el año 1728. Su sede estaba en Madrid. A raíz de la Revolución Francesa se extendió por toda España. «Fue perseguida por la Inquisición y ni siquiera Carlos III, de perfil tan liberal, la admitió», dice Rodríguez. «Ahora es fácil hablar de libertad, igualdad, fraternidad y racionalismo, pero durante mucho tiempo estos conceptos se asociaron a la influencia del diablo».

Franco, según sus investigaciones, nunca quiso ser masón. «Eso es un bulo como tantos que se han difundido; estaba obsesionado con ellos, pero nunca simpatizó con su ideario. Quien sí quiso entrar y no le dejaron fue a Gustavo Villapalos».

El libro saca a la luz -entre otros asuntos- el expolio patrimonial que el franquismo realizó a los masones, analiza el proceso político que se está realizando para indemnizarlos, informa sobre sus malas relaciones con la Iglesia católica y profundiza en el pujante papel de la mujer en las logias. «Cada vez hay más adeptas a la masonería; actualmente, en la Gran Logia Simbólica, más del 30% son mujeres».


Fuente:
http://www.diariodeleon.es/se_cultura/noticia.jsp?CAT=114&TEXTO=5191455

Luz y taquígrafos en la masonería española



-El periodista Pepe Rodríguez relata la historia más reciente de una institución que ha sido perseguida con saña durante sus casi tres siglos de existencia.

-“La democracia le debe mucho a la masonería”, sostiene el autor de ‘Masonería al descubierto’.

Madrid, 13 oct. (COLPISA, Tomás García Yebra).
“La ignorancia que los ciudadanos tienen sobre los masones ha conducido a que se les asocie con personas raras y siniestras”, asegura el periodista Pepe Rodríguez (Tortosa, 1953), autor de ‘Masonería al descubierto. Del mito a la realidad’ (Temas de Hoy), un ensayo que aborda la historia más reciente de esta institución.
El autor catalán revela nombres de personajes que forman parte de alguna de las 21 obediencias en que se subdivide la masonería. La ex consejera de Cultura de la Generalitat, Caterina Mieras, el ex consejero de Agricultura de este gobierno autonómico Jordi Williams, el que fuera secretario de Estado de Universidades, Salvador Ordóñez, el ex banquero Mario Conde o el ex ministro socialista de Educación, Jerónimo Saavedra, son algunas de las personas que se citan en el libro.
“Aparecen aquellos que han jugado un papel preponderante en el desarrollo de la masonería en los últimos años”, precisa el periodista. “Obviamente conozco nombres y apellidos de masones que son actores, deportistas, arquitectos, grandes empresarios, pero ellos no quieren que se sepa y yo no soy quién para romper el secreto”.
Rodríguez estima en unos 2.500 el número de masones que existen en nuestro país. La Gran Logia Española, de tendencia tradicionalista y con influencia anglosajona, agrupa a unos 850 miembros; la Gran Logia Simbólica, más liberal y de influencia francesa, tiene unos 400 adeptos. El resto –algunas no llegan al centenar- tienen “poco peso”.

Perfeccionar el espíritu

Los masones se definen comos personas que “aceptan la precariedad de la materia” (simbolizado en la escuadra) y que desean “perfeccionar el espíritu” (símbolo del compás). “La democracia le debe mucho a la masonería”, sostiene Pepe Rodríguez, quien confiesa que no es masón ni tiene intención de serlo.
La primera logia en nuestro país la fundó el duque de Warthon, un coronel inglés, en el año 1728. Su sede estaba en Madrid. A raíz de la Revolución Francesa se extendió por toda España. “Fue perseguida por la Inquisición y ni siquiera Carlos III, de perfil tan liberal, la admitió”, dice Rodríguez. “Ahora es fácil hablar de libertad, igualdad, fraternidad y racionalismo, pero durante mucho tiempo estos conceptos se asociaron a la influencia del diablo”.
Franco, según sus investigaciones, nunca quiso ser masón. “Eso es un bulo como tantos que se han difundido; estaba obsesionado con ellos, pero nunca simpatizó con su ideario. Quien sí quiso entrar y no le dejaron fue a Gustavo Villapalos”.
El libro saca a la luz –entre otros asuntos- el expolio patrimonial que el franquismo realizó a los masones, analiza el proceso político que se está realizando para indemnizarlos, informa sobre sus malas relaciones con la Iglesia católica y profundiza en el pujante papel de la mujer en las logias. “Cada vez hay más adeptas a la masonería; actualmente, en la Gran Logia Simbólica, más del 30% son mujeres”.




Fuente:
http://www.colpisa.com/motor/motor.php?seccion=48&id_noticia=186069&fecha_tema=

13 octubre, 2006

El templo interior

Pese a sus rituales iniciáticos de muerte y resurrección, que evocan los antiguos Misterios, la masonería es vista por los historiadores como una institución moderna, cuyos orígenes se remontan a comienzos del siglo XVIII.
Sin embargo, en los últimos años han aparecido toda una serie de libros que aportan suficientes evidencias según las cuales la moderna masonería sería heredera directa de corrientes iniciáticas mucho más antiguas, como se explica en nuestro dossier. Desde un punto de vista historiográfico esto puede ser muy discutible, pero pretender reducir la tradición masónica a los documentos que se refieren a ella y han llegado hasta nosotros es absurdo. Porque, hasta tiempos muy recientes, las órdenes iniciáticas se caracterizaron por no dejar rastros escritos de sus prácticas y enseñanzas, cuya transmisión era fundamentalmente oral. Pero, más allá de estas precisiones propias de especialistas, el carácter iniciático de ese conjunto de instituciones muy diversas que conocemos por el nombre común de Masonería, debería permitirnos responder las preguntas que la inmensa mayoría se hace: ¿cuáles son sus objetivos últimos?, ¿qué secretos oculta?, ¿qué significa ser masón? Aquí debemos recordar algo que ya apuntamos en esta misma página hace mucho, pero que resulta esencial: pese a todas sus desviaciones hacia objetivos ideológicos y hacia la búsqueda del poder en muchos ámbitos –que han afectado especialmente algunas de sus obediencias (o ramas)– la finalidad última de la masonería, como Orden iniciática, es espiritual; aunque muchos de sus miembros actuales lo ignoren, el simbolismo masónico nos indica claramente que su objetivo sería la construcción de un Templo en el interior de cada iniciado, tallando (o transmutando) esa Piedra Bruta que hay en el fondo del ser humano. En otras palabras, buscar su perfeccionamiento a través de un proceso de iniciación espiritual que conduciría al masón a cumplir su Deber de buscar la transformadora Palabra Perdida, oculta en el fondo de nosotros mismos, valiéndose de métodos rituales y simbólicos. Es precisamente en el significado profundo de sus símbolos, signos y alegorías –que permitirían trascender nuestras limitaciones y condicionamientos mentales– donde reside el gran secreto de la masonería, como nos explican notables masones, desde el caballero Ramsay a Christian Jacq. Por ello, tal secreto no puede ser traicionado ni comprendido por nadie que no esté preparado internamente, y sólo podrían acceder al mismo los adeptos que se entregan a la construcción iniciática de su Templo interior. Ni que decir tiene que demasiados masones han ignorado u olvidado este objetivo esotérico (interno). Y, mientras muchos de ellos se han entregado a la tarea exotérica (social) de intentar perfeccionar el mundo para transformarlo en un Templo armónico, otros se han dedicado a imitar a aquellos mercaderes a los que Jesús expulsó del Templo de Jerusalén, un proceso de corrupción no muy distinto al que han sufrido la práctica totalidad de las instituciones humanas, que inicialmente estaban alentadas por los más nobles ideales.



Fuente:
http://www.akasico.wanadoo.es/akasico/html/carticulos/157313_1.html